bardeviejes

Lo que la pandemia se llevó

El Bar Iberia nació con la guerra de Malvinas. De hecho, se iba a llamar Malvinas Argentinas, pero como Argentina perdió la guerra desistieron y le pusieron Iberia. Hace 37 años que acompañaba a lxs vecinxs de Villa Crespo en la frontera con Paternal. Era un páramo silencioso entre autos, repuestos y working class heros. Como la mayoría de los “bares de viejes”, sus dueños son gallegos. Aladino vino de Lugo en 1958 y fue a trabajar de mozo en “Callao 40”, un bar en Congreso. Luego puso con sus hermanos el Bar Iberia en 1982 y se trajeron hasta las mesas de “Callao 40”. Antes de que cerrara con la pandemia, quedó Aladino a cargo del bar: Gerardo hace 10 años se había vuelto a España y Abel estaba enfermo. Lo acompañaba Antonio, el mozo de toda la vida del bar. Cuando llegaron, Iberia solía ser una carnicería muy conocida llamada “Cap”: donde están los baños y la cocina estaba la cámara frigorífica y aún mantenía los caños desde los que colgaban las reses. Iberia se caracterizaba por la comida casera, particularmente las pastas: tallarines al huevo, de morrón, espinaca, ravioles, canelones, y platos españoles invernales como el mondongo o las lentejas guisadas. ¡Y los 29 había ñoquis! El sándwich de crudo y queso también era uno de los más buscados por Warnes. Hay un corto documental sobre el bar en vimeo que hizo @romina.raymonda y que cuenta varias historias peculiares de Bar Iberia. Según los parroquianos, había una “mesa maldita” en la que solían almorzar cuatro amigos y como se murieron tres, nadie más la quiso ocupar. Otra historia de “los gallegos” es que siempre adoptaron una perra doberman bajo el nombre Pamela. Ya iban 3 Pamelas en la historia de Iberia. Siempre doberman, siempre hembra, siempre Pamela.

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